Para el Estado no existen las víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado. El Ministerio de Salud aprobó en abril los Lineamientos para la Atención en Salud Mental a Personas Afectadas por la Violencia durante el Periodo 1980-2000. De aquellas mujeres y hombres cuyos cuerpos fueron tomados como botines de guerra no se hace mención en ese documento.
Son 4,482 víctimas de violación y 1,490 víctimas de diversas formas de violencia sexual, inscritas en el Registro Único de Víctimas, que siguen siendo invisibles para el Estado.
Conversamos con Jennifer Villodas, psicóloga de DEMUS, para obtener una visión más amplia de esta problemática que excluye a un gran número afectadas de la política de reparaciones.
* Por Amanda Meza Ruiz
Cuestiones y preguntas del Comité CEDAW al Estado Peruano
-¿Por qué es importante que las víctimas de violencia sexual estén incluidas en los lineamientos aprobados por el Ministerio de Salud?
El documento técnico establece siete lineamientos para implementar y optimizar las atenciones en salud mental de manera adecuada y eficiente en todas las redes de salud a nivel nacional, estableciendo rectoría y conducción del proceso de implementación por parte del Ministerio de Salud. Además, define acciones para mejorar la cobertura y acceso al servicio, fortaleciendo capacidades y competencias especializadas del personal de salud y agentes comunitarios/as; instaurando una intervención clínica con enfoque comunitario, el cual constituye una intervención en salud mental comunitaria a partir de la memoria histórica, recuperación del tejido social, y prevención y promoción de la salud mental, entre otras. Preocupa que las víctimas de violencia sexual durante conflicto armando no hayan sido reconocidas y mencionadas en esta normativa, dejándolas una vez más sin derecho a reparación.
-¿Cuál es el Estado de la salud mental de estas víctimas que esperan más de tres décadas para ser atendidas por el Estado?
La violación sexual significó un desarraigo de su voluntad para vivir, entre otras palabras, de su proyecto de vida. El impacto que genera la violencia sexual, en la que se integra la violación sexual, las deja en un estado emocional en conflicto, desde el miedo y la frustración, hasta la indignación y la rabia. En este conflicto intervienen componentes personales y colectivo, por ejemplo, el dolor que pueda sentirse por lo que el cuerpo sufrió, y el miedo por la respuesta de un entorno potencialmente hostil. Es decir, se entrelazan muchos factores que responden a la reacción de estas mujeres luego de haber sido violentadas. En el corto plazo luego de ocurrida la violencia sexual, la sensación de muerte impera en la psique, el cual termina por afectar al cuerpo, sus emociones y pensamientos. El Plan Nacional de Salud Mental tiene como uno de sus objetivos que la salud mental sea reconocida como un derecho fundamental, sin embargo, al Estado le falta mucho para que este cometido se logre, pues ni siquiera se ha sancionado a los responsables de dichas violaciones.
-Estamos hablando en algunos casos de más de 30 años de olvido…
Sí, y aún prevalece la resistencia e indiferencia del Estado en responder y reconocer las violaciones sexuales sistemáticas durante el conflicto armado. Dado este escenario, la atención psicológica cobra una relevancia mayor, pues no solo es elaborar la violencia vivida en el conflicto armado, sino la vivida hoy en día cuando el Estado no las legitima como víctima ni nombra a la violencia sexual como tal.
-¿A qué se refiere con que no la nombra?
Lamentamos que sólo se haga mención a la violencia contra las mujeres, especialmente la violación y otras formas de violencia sexual, como “situaciones delicadas de violencia”, cuando es necesario nombrar a la violencia sexual en todas sus formas, pues fueron las que produjeron una de las mayores afectaciones en las mujeres durante el conflicto armado interno. Estos actos contra la libertad de su cuerpo y su sexualidad las despojaron de su voluntad y decisión sobre su vida. Por ello, cobra relevancia visibilizar esta problemática, pues en su débil pronunciamiento se oculta una realidad que ha avasallado las vidas de muchas mujeres y lo sigue haciendo hasta el día de hoy.
-¿Cuánto tiempo ha demorado establecer estos lineamientos que finalmente no alcanzan a todas las víctimas?
Cinco años ha demorado la aprobación del Documento Técnico “Lineamientos para la Atención en Salud Mental a Personas Afectadas por la Violencia durante el Periodo 1980-2000”. Es preciso recordar las demandas de las víctimas, quienes señalan que las reparaciones en salud, a través del SIS, no son una respuesta adecuada, ya que reciben la misma desatención y maltrato que el resto de la población. Lo mismo y más preocupante son los servicios de salud mental, pues estos últimos y los profesionales a cargo son insuficientes, no están especializados y no llegan a los poblados más alejados donde se encuentran la mayoría de las víctimas.
-¿Qué otras medidas se han excluido?
De la misma manera, se pierde de vista los impactos de la violación y otras formas de violencia sexual en la salud mental y, por ende, la necesidad de competencias especializadas del personal de salud para la atención también de las víctimas de otras formas de violencia sexual, y la generación de estrategias de salud mental comunitaria para desterrar el estigma familiar y comunal frente a las víctimas de estos tipos de violencia.
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